Pese a los años de amistad personal y los millones de dólares en insumos militares que autorizó como presidente de los Estados Unidos, Joe Biden ha perdido influencia en la toma de decisiones que hace Benjamín Netanyahu para desmantelar a los grupos terroristas Hamas, Hezbollah y los Hutíes, y golpear a Irán como nunca ha sucedido en la historia de Medio Oriente.
Durante semanas, Biden negoció con el premier israelí un cese del fuego en Gaza que hubiera permitido la libertad de los 108 rehenes que aún permanecen a merced de Hamas y la Jihad Islámica. Netanyahu reclamó un puñado de condiciones -permanencia del Ejército de Israel en el corredor Filadelfia y la cantidad de presos palestinos a entregar- que al final evaporó la posibilidad de una tregua en Gaza.
En ese momento, Biden todavía soñaba con su reelección, aunque Donald Trump estaba adelante en la carrera presidencial. Y poco sirvió la reunión a solas que ambos mandatarios protagonizaron en el Salón Oval. Netanyahu fue afable con su amigo personal -se conocen desde 1981-, pero no aceptó ningún condicionamiento a su plan de batalla para Gaza.
Cuando iniciaba la Asamblea General de la ONU en New York, Jake Sullivan -consejero de Seguridad Nacional de Biden- se comunicó con Ron Dermer, ministros de Asuntos Estratégicos de Israel. Sullivan reveló a Dermer que Estados Unidos junto a Francia y ciertas naciones árabes estaban definiendo un cese del fuego entre Israel y Hezbollah para encapsular el conflicto en Líbano.
Las Fuerzas de Defensa de Israel habían invadido el sur libanés para exterminar a Hezbollah y permitir que 60.000 israelíes que habían abandonado sus casas pudieran regresar sin correr peligro por los ataques constantes de la organización terrorista que financia Irán.
Dermen adelantó a Sullivan que Netanyahu compartía el sentido de la propuesta de Biden y que las negociaciones seguirán en New York mientras sesionaba la Asamblea de la ONU. En este contexto, la Casa Blanca informó sobre la propuesta de cese del fuego después de un cónclave entre Biden y Emmanuel Macron, presidente de Francia.
Tres días más tarde, sin informar con lógica antelación al Pentágono, Netanyahu ordenó neutralizar a Hassan Nasrallah, jefe de Hezbollah, que se encontraba en un edificio al sur de Beirut. A Nasrallah le cayeron 50 bombas de 1.000 kilos, y murió en el acto.
Hasta ese momento, Biden pensaba que Israel aceptaría un cese del fuego con Hezbollah para frenar la guerra in crescendo en el Líbano.